“La estratégica situación del municipio de Los Corrales de Buelna ha favorecido el desarrollo de una magnífica arquitectura civil con numerosos ejemplos de casonas y palacetes que van desde el siglo XVII hasta el siglo XX. Dentro de estas muestras de patrimonio civil encontramos casonas muy diversas que van desde la arquitectura barroca hasta la decimonónica”
El lugar preferente para la ubicación de estas singulares casonas y palacetes monumentales fue el Barrio de La Rasilla. El casco histórico consta de edificaciones que datan desde el siglo XVII hasta el siglo XX, producto del auge económico de la zona dada su localización estratégica en el eje Castilla-Santander, en el siglo XVII con el Camino Real y en el siglo XIX con la llegada del ferrocarril.
En este espléndido casco histórico nos podemos encontrar grandes ejemplos de edificaciones de las clases más altas que nos muestran sus gustos a través de los distintos siglos. Así, paseando por sus calles podemos apreciar los diferentes estilos, desde la más antigua de las casonas, el Palacio de los Condes de Mansilla del siglo XVII hasta las más recientes del siglo XX.
El Palacio de los Condes de Mansilla fue declarado BIL en 2002 por ser un conjunto arquitectónico formado por palacio, capilla, casa de guardeses, aljibe y jardín con especies arbóreas de gran valor natural. Se trata de un palacio de estilo barroco y clasicista, en el que el arquitecto Leonardo Rucabado Gómez, a principios del siglo XX, realiza una serie de reformas, como colocar en la portalada de acceso el escudo de Quijano.
El casco histórico dispone de otro gran conjunto arquitectónico, la Casa de José María Quijano, natural de Los Corrales de Buelna y gran empresario del siglo XIX que fundó la compañía Forjas de Buelna, protagonista de la historia industrial de Cantabria. Se trata de una construcción que data del siglo XVIII, con diversas reformas posteriores en el siglo XIX y XX. Como muestra del poder de la familia Quijano, esta casona cuenta con dos capillas privadas; una de pequeño tamaño de fábrica barroca dedicada a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción y otra visible desde el exterior dedicada a San Juan Bautista, patrono de las forjas y de Los Corrales de Buelna, diseñada por el arquitecto Alfredo de la Escalera en 1896. En torno al primer cuarto del siglo XX, se modifica radicalmente la fachada de la capilla haciendo desaparecer toda su decoración neomedieval (Fotografía Capilla Neomedieval Quijano).
Los modelos arquitectónicos del siglo XX nos muestran ya una gran diversidad de estilos y preferencias. Así, por ejemplo, la casa de Oriol Bustamante es una muestra del estilo ecléctico. Conserva elementos característicos de esta mezcla de estilos como son los pórticos con columnas y frontones de estilo clásico, la sillería almohadillada propia de los palacios renacentistas italianos y el tejado en mansarda que evoca a los palacios del barroco francés. Además, este palacio posee un gran valor natural, debido a que la finca alberga numerosas especies arbóreas, algunas de ellas catalogadas como árboles singulares de Cantabria, como un magnífico Tejo o un Pino de Monterrey.
Esta diversidad de las construcciones del siglo XX, se observa también en el Palacete de los Guitiérrez de Mata de estilo decimonónico, la Casa Pilatti de estilo ecléctico o el Palacete de los Mazarrasa de estilo neoregionalista, actual Casa Consistorial.
El resto de pueblos que componen el municipio poseen también grandes ejemplos arquitectónicos de casonas muy destacables, como es el caso del Palacio de los Bustamante en el pueblo de Somahoz. En este palacio, a día de hoy un hotel, destaca por la sobriedad de su fachada, sin ornamentación, en donde destacan únicamente los vanos y la doble arcada del piso inferior.
En el pueblo de San Mateo se encuentra uno de los grandes ejemplos arquitectónicos de estilo barroco del municipio, el Palacio García del Rivero. En esta casona destaca la portalada, con cuatro pilastras, rematada por un entablamento clasicista con cornisa moldurada, cruz central y bolas herrerianas.
Avanzando por el municipio, en el pueblo de Barros, descubrimos otro conjunto monumental, la Casa-Palacio de Ceballos. La monumentalidad del conjunto conserva en buen estado elementos significativos de la casona barroca: portalada, capilla propia dedicada a San Antonio, y vivienda con solana y arcada inferior, datada del siglo XVIII. Destaca su portalada, en la que se abre un gran arco de acceso de medio punto con dovelas decoradas con florones y en la parte superior una imagen tallada en piedra de la Virgen María con el Niño Jesús. El arco está flanqueado por dos cubos semicirculares, rematados por dos torrecillas sobre las que se sitúan dos leones que portan las armas de la familia. (Fotografía Portalada del Palacio de Ceballos (Barros)).
Finalmente, el pueblo de Coo es un estupendo ejemplo del urbanismo rural tradicional con rasgos de organización del espacio de época medieval que perduran en la actualidad. Entre muchos de los ejemplos de casonas solariegas, destacan la Casa de Ceballos y la Casa de Melchor. La Casa de Ceballos es la más antigua de las que se conservan en el municipio, construida en 1596 como aparece en una de las arcadas de entrada. En ella destaca, entre otros elementos, la ventana de la estancia noble, cercada con casetones rehundidos y en el dintel una cruz flanqueada por florones y pirámides herrerianas en relieve. Este casona se encuentra adosada a otra, de apariencia más antigua, podría tener una cronología similar a la anterior, aunque aún no se sabe con certeza.
La Casa de Melchor data del siglo XVII, aunque fue reconstruida a principios del siglo XVIII tal y como indica una de sus inscripciones “REDIFICO ESTA CASA EN LA ANTIGUA DE LOS CEBALLOS DE ESTE LUGAR DON MELCHOR DE CAMPUÇANO POLANCO EL AÑO DE 1704”. A pesar de que ha sido reformada, se han mantenido elementos singulares de la casona nobiliaria barroca como la fachada de sillería, doble arcada o los cortavientos laterales, así como el escudo de armas.
El numeroso patrimonio civil se completa con el Balneario de Las Caldas del Besaya, que no deja de ser una de las edificaciones más destacables del municipio y un ejemplo del esplendor que alcanzó la zona. Si bien el origen de las actuales instalaciones es del siglo XIX, hay noticias de su uso como manantial ya en el siglo XVII. En 1803 se encargará al arquitecto José Alday Fernández los planos del edificio, inaugurándose en 1826 el “Balneario de Las Caldas del Besaya”. Será a finales del siglo XIX cuando se reconozca oficialmente el valor terapéutico de sus aguas, momento a partir del cual será aprovechado por la burguesía emergente como zona de recreo y de relaciones sociales, favorecido además por la visita real de Isabel II en 1867.