El Parque de las Estelas, situado en el pueblo de Barros, fue diseñado por el arquitecto Pedro Arbea e inaugurado en el año 2001 para albergar las dos estelas de Barros. Las estelas, probablemente, sea uno de los vestigios más significativos y emblemáticos del pueblo cántabro. Los cántabros, término romano para hacer referencia a un conjunto de pueblos antiguos del norte peninsular, pueden documentarse desde el siglo III a.C. Como hito destacado están Las Guerras Cántabras del año 29 a.C. al año 19 a.C., enfrentamiento que mantuvo el pueblo de los cántabros contra los romanos para mantener su independencia respecto al Imperio Romano. Con la victoria romana se puede dar por concluida la conquista del Imperio de toda Hispania. En honor a esta resistencia del pueblo cántabro a la conquista romana, actualmente en Los Corrales de Buelna se festejan Las Guerra Cántabras, Fiesta de Interés Turístico Internacional, en último fin de semana de agosto y el primero de septiembre.
Las Estelas
Se tratan de grandes piedras de arenisca con forma discoidea que se encuentran grabadas por ambas caras con símbolos como esvásticas, aspas o círculos concéntricos. Es de destacar que de las ocho estelas cántabras que se conocen, cinco fueron encontradas en el municipio de Los Corrales de Buelna, dos en Barros y tres en Lombera. La funcionalidad y significado de las Estelas siguen siendo todavía un misterio, entre las distintas teorías destacan las que sostienen que eran elementos de culto solar y/o lunar, o utilizados como elementos funerarios, aunque podría ser posible que desempeñasen ambas funciones. Tampoco hay una cronología exacta establecida para su elaboración, que puede abarcar un período bastante amplío desde el siglo III a.C., primera referencia documentada, hasta el siglo I d.C. con la conquista romana del pueblo cántabro.
Probablemente una de las estelas más populares y con mayor presencia en el imaginario colectivo de los cántabros. Su imagen forma parte del escudo de Cantabria desde 1984, siendo declarada Bien de Interés Cultural en 1985. Además de formar parte del escudo, su imagen ha sido empleada en numerosas representaciones iconográficas e identitarias como el lábaru cántabro. Según cuenta la tradición, cuando se halló la estela apareció una imagen de la Virgen, lo que motivó la construcción de la ermita de la Rueda, edificio junto al que se sitúan las estelas. En el anverso se observan relieves con un disco central de cuatro cuartos crecientes enfrentados con círculos en su interior. Alrededor del cual se disponen tres círculos concéntricos, rematados con otro decorado con triángulos isósceles. El reverso es idéntico, a excepción de que los círculos del disco central de los cuartos crecientes son sustituidos por triángulos isósceles.
La Estela de Barros fue hallada completamente fragmentada en siete trozos en el interior de la ermita de la Virgen de la Rueda. En 1977 se extrajeron las diferentes piezas y en 1999 se unieron, con el aspecto que presenta actualmente. El hecho de que apareciera fragmentada ha generado dudas siempre sobre si se trata de una sola estela o son varias. La estela de Barros II es una de las más grandes que se han encontrado. La decoración de esta estela es idéntica en el anverso y el reverso conformado por un disco rodeado de cuatro cuartos crecientes dentro de tres círculos concéntricos y con un círculo exterior a base de triángulos isósceles.
Está reconstruida por varios fragmentos hallados en 1937 en el altar de la ermita de San Cipriano, en Lombera. Mide 1,90m de diámetro y presenta bajorrelieves en ambas caras. En el anverso, seis cuartos crecientes rodeados de dos circunferencias concéntricas y, en el reverso, esvástica solar de 5 brazos curvos con giro a la izquierda.
Al igual que la Estela de Lombera I, fue hallada en la ermita de San Cipriano en 1937. Mide 1,70m de diámetro. Bordeando la estela, hay un motivo de forma triangular. En el anverso, cuatro cuartos crecientes rodeados de tres circunferencias concéntricas y, en el reverso, esvástica solar de 5 brazos curvos con giro a la derecha.
De esta tercera estela solamente ha llegado hasta nuestros días un fragmento que fue encontrado en la pared que limita la finca de la ermita de San Cipriano. Se cree que pudo tener un diámetro de 1,30m y el reverso no grabado. En el anverso presenta bajorrelieves de cuartos crecientes enfrentados. Actualmente no está en exhibición.